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Sylvan Stool (EUA) presidente de IAPO 1995-1997 |
Reflexiones
SYLVAN E. STOOL, MD, Denver, Colorado, 1996
Ya me pidieron innumerables veces que contara mis experiencias personales sobre cómo me convertí en un especialista en Otorrinolaringología Pediátrica. Como muchos otros, vine a parar en esta área casi por acaso. En mi formación como médico, adquirí una práctica que más tarde me proporcionó los conocimientos necesarios para convertirme en otorrinolaringólogo pediátrico. Yo vi y participé en el desarrollo de la Otorrinolaringología Pediátrica, y estoy seguro que ésa es un área que continuará creciendo. Pienso que muchas de mis experiencias son similares a las de mis colegas.
Después de dos años intercalando residencias en clínica general respondí a un anuncio en el Journal of the American Medical Association y fui al Children´s Orthopedic Hospital, en Seattle, para un programa de fellowship en Cirugía Pediátrica. En 1949, el hospital pasó por muchas dificultades en términos de formación de su equipo médico, principalmente porque nadie sabía en que consistía tal especialidad, a pesar de que Herb Coe y su joven asociado, Alexander Bill, habían creado un servicio e iniciado un programa de entrenamiento. Cuando yo ya había aprendido todo lo que podía en términos de cirugía, decidí pasar a pediatría, y las habilidades adquiridas por medio del programa de Coe me auxiliaron, posteriormente, a convertirme en un competente otorrinolaringólogo pediátrico.
Cuando la guerra de Corea empezó, serví en el Oriente y trabajé durante dos años con Jack Hartman que, anteriormente, había sido residente jefe del Children´s Medical Center en Boston. Después de mi exención, él me ayudó a conseguir un lugar como fellow no remunerado en el dispensario de Boston. Para mi suerte, el residente de Otorrinolaringología había contraído hepatitis y no había nadie para substituirlo porque, en 1953, la Otorrinolaringología era considerada un área en desaparición. Charles Janeway, el profesor de pediatría, me preguntó si me gustaría substituirlo, ya que yo tenía cierta experiencia quirúrgica. Ese cargo también me permitió utilizar las dependencias de los internos y comer – gratis – dos comidas al día. Carlyle Flake y Edward Ferguson tenían un consultorio en el hospital infantil donde realizaban amigdalectomías y adenoidectomías, endoscopías y dilatación de estenosis esofágicas.
El jefe del servicio era Flake que, previamente, había creado un departamento de Audiología. Trabajé con Ferguson que me sirvió de modelo; él había iniciado su carrera con William Ladd, considerado el padre de la Cirugía Pediátrica, habiendo dedicado muchos años al tratamiento de niños. Yo fui testigo de los esfuerzos de Ferguson en la formación de un grupo totalmente dedicado a la Otorrinolaringología Pediátrica. Él participaba en muchas organizaciones nacionales, pero su propuesta de especialidad tuvo poco reconocimiento, simplemente porque existía poco interés por el tema. Sin embargo, él editó un libro de dos volúmenes sobre el asunto, junto con Edward Kendig. Aunque me ofrecieron un cargo para continuar en el lugar del residente enfermo, yo ya no podía darme el lujo de tantos períodos de entrenamiento.
Después de salir de Boston fui al Hospital General de Denver y practiqué pediatría en el dispensario de esa ciudad. En mi trabajo cuidaba a un gran número de niños con problemas de oído, y así inicié, informalmente, una clínica de Otorrinolaringología. Notando que necesitaba un mayor entrenamiento, cuando un nuevo otorrinolaringólogo fue indicado para el hospital universitario, conversé con él a ese respecto. Victor Hillyard inmediatamente me ofreció un cargo como residente porque él había sido aprobado temporalmente para el cargo y no había otros candidatos. Me candidaté para un fellowship especial en el National Institutes of Health para desarrollar una carrera académica y de investigación, y la inicié como el único residente en Otorrinolaringología de la universidad. Esas fueron épocas estimulantes en la Otorrinolaringología. Realizamos muchas cirugías del estribo y varios otros procedimientos estaban siendo desarrollados. Debido a mi historial en pediatría, yo atraía a muchos pacientes hacia ese servicio.
En 1963, recibí un pedido del hospital infantil de Filadelfia para ayudar a establecer un centro de rehabilitación con Mary Ames, para atender niños con defectos múltiples. La atmósfera que encontré en Filadelfia era muy diferente de la del oeste, y eso era difícil de entender. Las personas del este parecían mucho más presas a ideas propias y mostraban resistencia en modificar campos médicos ya establecidos. Por ejemplo, solamente los broncoesofagólogos entrenados por Jackson realizaban endoscopias. El concepto de un especialista infantil en la Otorrinolaringología era difícil de ser aceptado por la comunidad. Lo mismo había ocurrido con Koop cuando él empezó a practicar la cirugía pediátrica.
Koop relata que necesitó superar muchos obstáculos en la Cirugía Pediátrica. Uno de esos obstáculos fue el tema del instrumental. Todavía no existía el concepto de que pacientes pequeños necesitan instrumentos pequeños. Eso se verificaba principalmente en la Anestesiología. Koop se veía obligado a inventar el equipo que utilizaba para anestesiar a sus pacientes, a veces un día antes de la cirugía. Cierta noche, él permaneció despierto hasta tarde creando «tubos endotraqueales a partir de catéteres de goma roja, alisando los bordes con lijas de esmeril para evitar daños a la mucosa traqueal, hirviéndolos con un hilo curvo y cruzando los dedos para que ellos retuvieran un poco de la memoria curva.»Pensando según los estándares de hoy, esas técnicas nos parecen precarias, pero, en aquella época, permitieron que cirujanos pediátricos de todas las especialidades realizaran cirugías que antes no eran imaginables porque los pacientes jóvenes no podían ser anestesiados de forma apropiada.
Después de algunos años, los programas de entrenamiento de la ciudad reconocieron que había oportunidades en la Pediatría y s
us residentes empezaron a solicitar turnos en el hospital infantil. David Myers, que entonces era jefe del departamento de postgrado, sugirió que organizáramos un simposio sobre Otorrinolaringología Pediátrica. De esa manera, organizamos el primer simposio de ese tipo en el país. El simposio no sólo fue muy bien aceptado, sino que también permitió que miembros de las áreas de audición, habla y vías aéreas se reunieran y discutieran sus áreas.
Reconociendo el interés creciente en el campo, Marvin Culbertson y yo pusimos un anuncio en el encuentro de 1968 en Las Vegas, invitando a todos los interesados en Otorrinolaringología Pediátrica a un cóctel. Asistieron, aproximadamente, 20 otorrinolaringólogos y audiólogos. El encuentro permitió establecer importantes contactos, como Seymour Cohen, de Los Ángeles, que había trabajado durante años en pediatría. Al año siguiente, en Dallas, dimos el próximo paso en el desarrollo de un grupo de Otorrinolaringología Pediátrica. El resultado fue la formación de la Society of Ear, Nose and Throat Advances in Children – SENTAC, en Atlanta (Sociedad para Avances en el Campo de la Otorrinolaringología en Niños). Hoy, ese grupo está completando 22 años.
Yo era de la opinión que, a menos que la Otorrinolaringología Pediátrica alcanzara reconocimiento académico y la capacidad de ofrecer programas de fellowship, nunca se establecería como especialidad. Como ése reconocimiento parecía imposible de ser alcanzado en Filadelfia, acepté la invitación de Eugene Myers y Charles Bluestone para unirme a ellos en Pittsburgh. También acepté la invitación de Tim Oliver, jefe de Pediatría, para venir a Pittsburgh como catedrático de Pediatría y director de formación en Otorrinolaringología Pediátrica. El hospital proporcionó fondos para el entrenamiento de un fellow en el primer año y, en 1985, el National Institutes of Health ofreció una beca de estudios para financiar un fellow en el segundo año. Esa beca permitió que los fellows se involucraran con investigaciones y buscaran estudios de posgrado. Hoy, nosotros ya entrenamos a más de 40 médicos, la mayoría de los cuales se encuentra en centros académicos o es formada por catedráticos o profesores asociados. Uno de ellos actualmente es vicepresidente de la Academia, y varios otros están siendo considerados para ser jefes de departamentos.
Queríamos formar un sector de Otorrinolaringología en la Academia de Pediatría para marcar nuestra presencia dentro de aquel grupo; ellos requerían veinte miembros que fueran pagantes. Bluestone y Myers organizaron un encuentro en Pittsburgh para formar un grupo de estudios y para candidatarnos a la admisión en la Academia de Pediatría como sector de Otorrinolaringología y Broncoesofagología. Hoy, el sector de Otorrinolaringología Pediátrica y Broncoesofagología de la Academia tiene muchos más miembros que los veinte iniciales. El interés en esa subespecialidad, así como el número de miembros, aumenta cada año. A medida que ese interés crece, nuevos aspectos de la interrelación de la Pediatría y de la Otorrinolaringología se desarrollan. Por ejemplo, la salud psicológica de un paciente pasó a ser importante en la pediatría porque muchos de nuestros pacientes presentan problemas psicosociales. Trabajando en conjunto, podemos identificar las necesidades y auxiliar a proporcionar mejor atención a los que tienen disturbios otorrinolaringológicos.
Recientemente, el Pediatric Otolaryngology (Otorrinolaringología Pediátrica), el libro texto que edité con el doctor Bluestone, llegó a su tercera edición. La primera edición poseía 89 capítulos; la segunda 107. Aunque no todos los capítulos sean escritos por otorrinolaringólogos pediátricos, los tópicos revelan la diversidad de intereses que los médicos de todas las especialidades tienen con relación a los niños. Con toda esa base, creo que se puede decir que la Otorrinolaringología Pediátrica continuará ganando apoyo y reconocimiento. Espero que todos aquellos que hayan recibido o actualmente estén recibiendo entrenamiento en esa área, que antes no era ofrecido en ninguna institución, utilicen sus conocimientos para traer nuevos avances a la Otorrinolaringología Pediátrica